Para el año 2100 el nivel del mar podría aumentar hasta seis metros y desplazar a millones de personas. En caso de una catástrofe, ¿cuál será el escenario que presenten las ciudades abandonadas? En los últimos meses, dos ejercicios gráficos en Inglaterra y Japón dieron con la creación de una serie de imágenes post-apocalípticas donde la naturaleza ha invadido las grandes urbes. Por alguna razón, el tema de las ruinas estaba en el aire.
Aunque muchos nos hemos familiarizado con el tema de nuestra civilización desmembrada gracias a películas y cómics, me parece que de alguna manera este tiene su origen en una variante del capriccio (capricho) italiano del siglo XVIII; ilustraciones de temas fantásticos, que en ciertos casos, inspirados en el aspecto de templos y otros edificios en ruinas del antiguo imperio romano, muestran paisajes con edificios reales junto a otros imaginarios, algunas veces en estado decadente. Pintores italianos como Canaletto (1697-1768) o Guardi (1712-1793) inspiraron al paisajista francés Hubert Robert (1733-1808) para crear escenarios insólitos, como el aspecto del Museo del Louvre años después de un cataclismo (abajo); fue tal su fascinación por los grandes monumentos en estado de deterioro que se le conoció como Robert 'de las ruinas'.
En el siglo XXI, el despacho inglés Squint Opera imaginó el aspecto de Londres a 80 años en el futuro; Flooded London muestra una ciudad donde la gente se ha adaptado a vivir entre las calles repletas de agua y edificios derruidos. El trabajo fue presentado durante el Festival de Arquitectura de Londres 2008, para el que se utilizó fotografía, modelismo en 3D y manipulación digital.
Estas obras recuerdan la visión del ilustrador Joseph Michael Gandy (1771-1843) a instancias del arquitecto británico Sir John Soane (1753-1837) del Banco de Londres en ruinas (1830), un clásico (abajo).
Imagino la sorpresa que se llevó el sacerdote español Andrés de Avedaño y un grupo de exploradores que lo acompañaban al encontrar por accidente en la selva de Petén las ruinas mayas de Tikal en 1695. Años después, el artista y arquitecto inglés Frederick Catherwood (1799-1854) ilustraría detalladamente los restos de la civilización maya para los libros del explorador estadounidense John Lloyd Stephens (1805-1852), que ayudarían a fomentar el interés por esta cultura.
En 2008, el estudio Tokyo Genso imaginó la capital de Japón abandonada, con dibujos que recuerdan el estilo de animación japonesa.
En el mismo tenor, Hisaharu Motoda creó una serie de litografías tituladas, apropiadamente, Neo-Ruins.
Estos trabajos tienen las mismas características de las imágenes de Keen Brown para el libro The World Without Us, de Alan weisman (abajo), un interesante texto donde analiza las consecuencias del abandono urbano y las describe con lujo de detalle.
Esto será el ruinenwert, el 'valor de ruinas' propuesto por el arquitecto del Tercer Reich, Albert Speer: los grandes edificios de un poderoso imperio sobrevivirán a sus pobladores para dejar constancia de su grandeza. Así que de alguna manera podemos calcular el precio que podría pagarse por ellas. En la mitología hollywoodense, la vista de la Estatua de la Libertad, desde El planeta de los simios hasta El día después de mañana, se ha convertido en uno de los fetiches del cine de catástrofe futurista por excelencia.
Una caricatura de la década de 1980, Thundarr el bárbaro (1980-1984), se desarrolla en escenarios que recuerdan las viejas glorias de una 'extraña' civilización; en el año 1994, un planeta pasa entre la Tierra y la Luna, acabando así con los hombres y sus ciudades, hasta que en el 3994 resurge la vida. Como dato irónico, uno de los capítulos transcurre entre las ruinas de Chichen Itzá, Yucatán, específicamente en la pirámide de Kukulcán.
En estas visiones de las ruinas del futuro, el proyecto The City, de Lori Nix, es ejemplar; si las maquetas en arquitectura son una representación de proyectos a realizar, Nix las usa en el mismo sentido que Gandy y Soane para revelar de manera épica un trágico futuro.
Ahora que somos totalmente dependientes de la tecnología, no nos percatamos de la fragilidad de nuestro entorno (o al menos fingimos no darnos cuenta), pero sobre todo de lo vulnerables que podemos ser ante la fuerza de la naturaleza y el paso inexorable del tiempo. Quizá sea, como menciona Andreas Huyssen en su interesante texto La nostalgia de las ruinas, que la obsesión por contemplarlas se el encubrimiento de la nostalgia por una etapa temprana de la modernidad, cuando todavía no se ha desvanecido la posibilidad de imaginar otros futuros.
* Entrada reciclada del sitio Allied Radio
0 comentarios:
Publicar un comentario