Los ladrones que entran a las casas nunca van por los libros; su valor de reventa es mínimo y son pesados en conjunto. Además, la posibilidad de que los cacos estén interesados en hacerse de un buen título es nula; para el caso muchos de ellos ni siquiera saben leer. Es por eso que muchos los consideran como un gran escondite para el dinero.
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